INTRODUCCION A LOS CAPITULOS XVIII - XXIII
La estructura del alma: según los místicos de la entroversión
Si en el cuerpo humano van descubriendo las ciencias biológicas, más
elementos y estructuraciones; en el alma, se adelantaron los místicos a
estudiar sectores que ni han explorado todavía los sicólogos, ni podrán
investigarlos sin la mística.
Para facilitar la inteligencia de términos que hemos de emplear en los
capítulos siguientes y con que han de tropezar a menudo en las lecturas de
místicos; expongamos antes la estructura del : alma según los místicos de
la entroversión.
Basada en términos, frases y esbozos anteriores de místicos de SS. Padres
y de la Sagrada Escritura, fue elaborada esta estructura desde el siglo
XIV, por místicos experimentales y para declarar sus experiencias.
Es clara, es práctica, se ha mantenido entre los místicos siguientes;
aunque al conjunto primitivo de Rusbnoquio, no le hayan faltado retoques
y complementos, matices y variedades posteriores.
El alma y sus sectores: alma, razón y mente. - Propiedades de la
mente. - Oficios y aspectos de la mente. - La mente como esencia. - La
mente como naturaleza. - Actos de la mente. - Sus clases y órdenes.
1. Única y simplicísima en su ser y sustancia; se divide
nuestra alma, por sus operaciones y modos de obrar, en alma, razón y
mente.
I. Alma. Comprende este sector lo biológico o vegetativo y lo
sensitivo, con la locomotriz. Al conocimiento sensitivo acompaña,
naturalmente la memoria sensitiva y el apetito sensitivo, concupiscible e
irascible, con los afectos y pasiones naturales que de ambos dimanan,
2. II. Razón. (Llamada también espíritu). A la
razón atribuyen las potencias espirituales, memoria, entendimiento y
voluntad.
Cuando atiende a lo natural y transitorio, es la razón inferior; cuando
mira a lo espiritual, eterno y divino, es la razón superior, dicha también
inteligencia.
EL MODO PROPIO DE LA RAZON ES: 1, abstraer del fantasma. 2,
concomitancia de imagen. 3, juzgar por separación y composición. 4,
proceder en sus discursos y razonamientos, por comparación e hilazón. 5,
subir a la contemplación intelectual, ya por razonamiento condensado, ya
por solo juicio con imagen (véase el apéndice anterior página 112 a 115).
3. EN LA RAZÓN RESPLANDECE LA SEMEJANZA CON DIOS por tres
partes: 1.a por la terna de potencias en la unidad del alma; 2.a, por la
unidad simultánea de las potencias en sus operaciones; 3.a, por la
espiritualidad del conocimiento y por la libertad y dominio de sus actos,
4. Las potencias de la razón o espíritu dimanan de la mente y a
la mente refluyen, como al sol los rayos (en frase de los místicos
antiguos), para unificarse en la desnuda simplicidad de la mente.
5. III. Mente. Es lo más importante y lo más delicado en la
estructura del alma según los místicos de la entroversión. Por eso pide
declaraciones más completas y abundantes.
Para proceder con entera lucidez, conviene recordar con HUGO DE S: VICTOR
que «en las cosas espirituales e invisibles, decir lo supremo no es
señalar lo más íntimo de todo. Subir a Dios es, pues, entrar en si mismo;
y no sólo entrar, sino por modo inefable pasar en lo íntimo más allá de sí
mismo. Así que aquel sube de veras a Dios, que entrando en su interior y
penetrando en su más íntimo, pasa más allá de si mismo» (1).
6. Es, PUES, LA MENTE la esencia del alma en su mayor
sencillez y unidad: es la esencia y sustancia íntima del alma.
Por eso es lo más íntimo y profundo (el centro, fondo, morada interior,
recámara íntima, hondo) y a la vez es lo más alto del espíritu (el ápice,
cima, copa, cumbre de la mente o del alma):
La experiencia mística descubrirá todavía en el castillo interior moradas
más interiores, hasta la central; en ese centro, nuevos centros más
profundos, hasta el último centro; en ese hondo irá penetrando más y más
en lo profundo, hasta las raíces últimas del espíritu.
La experiencia mística hará subir en esa cima hasta lo más alto, hasta el
ápice final de la última cima, hasta la punta más fina de la mente.
La experiencia mística irá penetrando en esa esencia, hasta la Última
esencia; en esa sustancia, hasta la postrera base sustancial; en esa
unidad y sencillez, hasta el filo más agudo y delgado.
Porque la diferencia y distancia que, entre las potencias y el fondo del
alma hacen descubrir las gracias místicas primeras, ésa y harto mayor, van
haciendo sentir los progresos de unión, en los planos que se van, en la
esencia y sustancia, descubriendo y palpando.
(1) «In spiritualibus et invisibilibus, cum aliquid supremum dicitur...,
intimum omnium significatur. Ascendere ergo ad Deum, hoc est: intrare ad
semetipsum, et non solum intrare, sed ineffabili quodam modo, in intimis
etiam seipsum transire. Qui ergo seipsum, ut ita dicam, interius intrans
et intrinsecus penetrans, transcendit; ille veraciter ad Deum ascendit.»
De nanitate mundi, 2. PL. 176,. 715, B.
Con estos prenotandos pasemos ya a los demás puntos de la mente.
7. Propiedades de la mente. Son tres fundamentales: a)
Desnudez sencilla, donde: 1) No hay potencias; que se han reducido aquí
en la unidad sencilla, en la simplicidad esencial del alma. 2) No hay
imágenes; que en esta sencilla desnudez no penetra imagen alguna creada,
está desnuda de toda representación de criatura, es el centro desnudo del
alma.
b) Claridad espejal, donde reverbera Dios.
e) Centella del alma, que la impulsa hacia Dios, la inclina y reclina en
Dios, es la tendencia del alma a su origen en Dios.
8. Oficios de la mente. En ella, en la esencia y sustancia
simple del alma: a) Reside Dios; b) Se recibe la gracia Santificante; e)
Se obra la unión con Dios. Aspectos de la mente. De dos maneras hay que
considerarla: cone esencia y como naturaleza. A) LA MENTE COMO ESENCIA. La
mente como esencia o mente esenciada es la sustancia del alma en sí, con
su vida sobre esencial y unitiva, en que se perfeccionan la vida activa y
la contemplativa.
9. La mente como esencia está unida con Dios natural y
sobrenaturalmente. Naturalmente la inmensidad divina penetra la mente.
está en la mente más íntima que lo está la mente en sí propia. La mente en
su misma esencia, sustancia y vida esencial, está colgada pegada, adherida
a su Creador y Conservador; quien, como tal, la está dando el ser y las
tres propiedades de la desnudez sencilla, claridad espejal y centella.
Esta unión natural con Dios es por si esencial, habitual y latente o
inconsciente. Pero se puede hacer actual y consciente por la desnudez activa
y la entroversión en la esencia de la mente, hasta sentir a Dios como
propensión natural y como ocio y quietud del alma.
10. Sobrenaturalmente la, mente como esencia está unida con Dios
por la gracia Santificante, que se recibe en la mente y por la gracia es
elevada y sobrevencidas la mente en si misma y en sus tres propiedades.
También esta unión sobrenatural es habitual, latente e inconsciente: se
hace actual y consiente, cuando místicamente se hace sentir esa presencia
divina que trae la gracia y hace sentir sobre esenciadas las tres
propiedades de la mente.
11. Hermosura de la mente esenciada.
Imagen de la Trinidad. como centro desnudo, responde al seno del Padre;
como claridad espejal, responde al Verbo, imagen sustancial reverberante;
como centella, fuego unitivo que inclina a su origen, responde al
Espíritu Santo, amor unificante.
Por la claridad espejal es la mente trasunto vivo del Verbo. Porque si en
lo natural su ser creado es impronta del Verbo, en lo sobrenatural, por
la gracia Santificante, es hecha partícipe de la filiación con la
adopción divina, y en lo místico, pone el Verbo su luz en la claridad
espejal, para ser de ella percibido, y con eso la hace un espíritu con el
Padre, asentando la desnudez sencilla en el seno desnudo del Padre; la
hace una luz con el Hijo, en unión de la luz iluminante con la luz
iluminada; la hace un amor con el Espíritu Santo, cuya llama hace arder a
la centella, al fuego unitivo de la mente.
Así Dios, Uno y Trino (con su vida intima, consumada en la fruición del
gozo infinito, al que no llega operación creada), es en la mente, en el
centro y hondo del afina, el centro último, el hondo abisal, el reposo
fruitivo de la mente. No le posee en propiedad suya la mente; pero llega
hasta El con la contemplación infusa, reposa fruitivamente en El y tiende
a poseerlo hasta lo sumo con lo sumo de la contemplación, para seguir
disfrutándolo y tendiendo al reposo completo en la fruición beatifica (de
la gloria).
12. B) LA MENTE COMO NATURALEZA. Porque la mente es
principio de operaciones: y no sólo remoto, en cuanto que de ella dimanan
las potencias naturales (le memoria, entendimiento y voluntad (1), sino
además es la mente principio próximo de operaciones, fuente inmediata por
si, misma, de actos propios, con modos propios y diferentes de los modos
de la razón. Por si misma la mente percibe, entiende, sabe, desea, quiere,
elige...; la mente se es por sí misma, memoria en la desnudez sencilla,
entendimiento en la claridad espejal, voluntad en la centella; lleva en
si misma la mente, como encerrada, incluida (involuta, como dice S.
Agustín) la virtud y eficacia para recordar, conocer y querer de manera
mas alta que las potencias de la razón.
13. Nótese bien esta gradación: 1. Además
de los actos que ponen con los sentidos exteriores, tienen los sentidos
interiores sus actos propios y sus modos propios. 2. Asimismo las
potencias de la razón. además de los actos que ponen con los sentidos,
tienen ellas sus actos y sus modos de obrar propios y muy superiores a los
actos y modos de los sentidos. 3. De igual manera ocurre con la mente:
pues además de obrar con las potencias de la razón, se tiene la mente sus
actos propios y sus modos propios, distintos y superiores a los de las
potencias.
14. Como la razón y sus potencias se apoyan
para sus actos en la obra de los sentidos; pero con modos más elevados
que los sentidos; así la mente, para algunos actos, se apoya en la obra de
la razón y de las potencias; pero aun entonces es mas levado el modo de la
mente que el de la razón con sus potencias.
Los ACTOS DE LA MENTE: SUS CLASES Y ÓRDENES. En los actos de
la mente podemos distinguir tres clases: los apoyados en la razón. los
atadores de la razón, los independientes pero coexistentes con las
actividades de la razón.
En los órdenes, cabe discernir los de orden natural y los de orden
superior.
15. Clases de actos. Subiendo la escala tenemos en la mente:
1. Actos apoyados en la razón. Así conoce la mente los actos de la razón y
en ellos se conoce la mente a sí misma, conoce el yo obrante, conoce a
Dios, conoce lo sobre sensible y lo puramente espiritual. El modo de tales
actos es en la mente intuición clara - confusa inmediata: así en el
llamado habitas principiorum con que descubre los principios supremos
ontológicos, lógicos y morales; así en la intuición de sí misma y del yo
obrante, ya por reflexión implícita o ya por reflexión explícita sobre los
actos de la razón.
16. 2.º Actos atadores de la razón. Así podencos clasificar a
los propios de la contemplación infusa en el primer estadio místico, desde
los albores de la quietud y la concomitante ligadura de las potencias,
hasta el éxtasis inclusive. Atadas cada vez más las potencias llegan a
quedar borrada la memoria, ciego el entendimiento, sujeta la voluntad; más
sola cada vez la mente, percibe y ama ella sola, entiende y quiere ella
sola. El modo de tales actos es por inmediación palpable, por experiencia
inmediata de lo divino, intuición general y oscura; de poder creciente
según los grados de la Contemplación; hasta la hecha sin halo de imagen,
y por lo mismo, sin tiempo ni espacio.
A estos hay que añadir los actos por rayo de luz interna: con ella, a
veces con alguna imagen y
a veces sin halo de imagen, conoce estampado directamente en la mente
misma, con mirada
sencillísima, percibiendo de un golpe sin confusión, conjunto y
pormenores: hasta muchedumbres
de cosas a la vez, como rayo que atraviesa pilas de placas superpuestas.
3.a Actos independientes y coexistentes con la actividad de la razón.
Tales son los actos de la
contemplación infusa en el segundo estado místico, cuando el matrimonio
espiritual, como que
divide
el alma en dos y la razón con sus actos y modos va rigiendo la vida de
acá, mientras la mente
vive su vida divinizada con su luz infusa y su amor infuso.
Para no alargar y complicar este esquema más de lo necesario ahora a
nuestro fin, omitimos los
reflejos de los toques substanciales sobre el percibir, etc., etc.
18. Ordenes de los actos. De orden natural y ascético son, por
si. los apoyados en la razón; de orden místico son los independientes,
pero coexistentes con la actividad de la razón; los intermedios, los
atadores de la razón, se dan desde luego en orden místico; pero ¿pueden
darse también de algún modo en el orden natural y ascético según el modo
de obrar de la mente? A esta pregunta, sólo progresos nuevos de
investigación podrán intentar una respuesta.
19. Advertencia importante. Ahora bastará, aunque de pasada,
hacer notar y recalcar que cuando nos dicen los místicos que se pierde el
alma en Dios, que queda fuera el entendimiento, lejos de significar, como
pretenden ciertos sicólogos, que ni siente, ni conoce, ni quiere;
expresamente nos enseñan que «resplandece en su centro una luz
incomprensible, la cual, dando de hito en hito en los ojos de la razón y
del entendimiento, los oscurece; mas queda abierto el ojo simplicísimo
del alma, conviene a saber, el pensamiento puro, desnudo y libre de toda
imagen y levantado sobre el entendimiento... De aquí es que, alcanzado ese
conocimiento, descansa en solo Dios, amable, puro. sencillísimo... Aquí
recibe el alma la palabra escondida, que Dios le habla en silencio
interior y en lo más secreto del alma... Digo, pues, que aquella alma
enamorada de Dios se deshace y desfallece en sí misma y como convertida en
nada, se encierra en el abismo del eterno amor, adonde, muerta a sí, vive
en Dios, sin hacer nada ni sentir nada más que aquel amor de que gusta»
(1).